Cada que iniciamos un año, en SocialTIC compartimos nuestras perspectivas, visiones y anhelos acerca del trabajo cívico y tecnológico que promovemos.

En este 2022, marcado por la continuidad de una pandemia que ha afectado a millones de personas, nos planteamos cuáles serán los cambios sociales que marcarán este año; así como los retos que como comunidades de sociedad civil, tecnología cívica y derechos digitales afrontaremos.

1. ¿Qué hemos aprendido (realmente) de esta pandemia?

Esta pandemia ha incrementado la riqueza en manos de pocas personas y multiplicado las desigualdades y carencias de millones. Los debates se han trivializado y ha predominado la ambición por la viralidad o ganar alguna batalla mediática en lugar de realmente educar, informar y sensibilizar a la población. Y desde los gigantes de la tecnología se ha invertido más en llegar al espacio que en mejorar nuestra situación como humanidad y entorno natural.

A dos años de la crisis sanitaria más grande de nuestra historia moderna, ¿somos capaces de identificar a quienes ha afectado desproporcionadamente, por qué y qué debe cambiar para que esto no se repita? Como instituciones, colectivos, organizaciones y liderazgos responsables y comprometidos, ¿somos capaces de impulsar cambios para transformar la crisis en oportunidades de mejora para la sociedad y el ecosistema?

Lamentablemente, estas reflexiones sobre la necesidad y el cómo impulsar acciones transformadoras en las políticas y en la cultura, muchas veces parecen solo quedarse en el discurso de gobiernos, medios, sociedad civil y grupos tecnológicos.

Desde SocialTIC vemos que ahora, más que otros años, las y los actores de cambio desde la sociedad civil, ciencia y tecnología debemos evitar repetir lo que no nos ha funcionado, adaptarnos a entornos híbridos online-offline y atender con mayor fuerza las necesidades de las poblaciones más necesitadas.

A medida que se disipa la emergencia, está en nuestros liderazgos impulsar acciones de incidencia efectivas que plasmen puntos de no-retorno a dinámicas, políticas y actitudes que deben quedar atrás de la pandemia.

Aquí nos reunimos con integrante de otras OSC para reflexionar sobre los retos y aprendizajes de la pandemia:

2. ¿Cómo protestar con eficacia y seguridad?

La pandemia ha marcado las amplias necesidades y desigualdades sociales en América Latina. Lamentablemente no se ven prontas salidas para las crisis de pobreza, salud, migración y violencia entre múltiples otras adversidades que se viven e incrementan en la región. Los gobiernos, independientemente de su ideología y condiciones, no responden a las necesidades más básicas de la mayoría de la población. Aunado a ello, gran parte de la región vive un incremento en el autoritarismo y la falta de garantías de los derechos, tanto en lo físico como en lo digital.

La reacción natural del hartazgo social y gubernamental es la protesta. Ante un 2022 con tensiones sociales crecientes en América Latina habrá que dar seguimiento a los métodos de vigilancia y represión que utilicen gobiernos nacionales y locales. Las compras irrestrictas de tecnologías para el espionaje y la grabación en tiempo real del espacio público (ej. cámaras de vigilancia y drones) se están utilizando ilegal y desproporcionadamente en contra de la ciudadanía para saber quiénes protestan y entablar ataques en su contra.

En apoyo a los activismos y la protesta, también debemos fortalecer las capacidades de seguridad (física y digital) así como explorar qué tácticas pueden ser más efectivas para lograr influencia tanto en cúpulas en el poder como en grupos sociales potencialmente aliados. La protesta en el siglo XXI no sólo debe de ser online-offline sino planeada para lograr un impacto en tomadores de decisión y la ciudadanía a pesar de la saturación mediática y social que se vive en los diversos espacios digitales. Sólo la creatividad, la visión táctica de las acciones de protesta y las alianzas harán que trascienda. Desde Infoactivismo, documentamos algunas tácticas inspiradoras en lo que va del año.

 

3. ¿Vigilancia sin controles y límites?

En años pasados temimos el incremento de las capacidades gubernamentales para realizar espionaje illegal en contra de la ciudadanía, en específico de individuos y grupos opositores o incómodos. Pegasus Project evidenció lo que desde México se identificó como “la punta del iceberg” con las revelaciones en el 2017 del uso ilegal, desproporcionado y abusivo del malware Pegasus en contra de periodistas, sociedad civil y personas defensoras de derechos. Pasa el tiempo y la industria del espionaje crece y desde América Latina no somos capaces de establecer políticas que limiten las compras y uso abusivo de estas tecnologías.

Incluso este año se revelaron 35 casos de #Pegasus en El Salvador 👇

 

La propagación indiscriminada de dispositivos de videovigilancia pública con soluciones de reconocimiento facial como estrategia de seguridad pública en todos los ámbitos de gobierno son una receta para el control social y abuso por parte de autoridades corruptas y perversas. Sabemos que varias ciudades en el mundo han prohibido el uso de tecnología de reconocimiento facial por los daños que pueden generar a los derechos de su ciudadanía pero en América Latina prevalece la adquisición irrestricta bajo el argumento poco sustentado del refuerzo de la seguridad pública.

Desde la ciudadanía debemos fortalecer nuestro control y capacidades de seguridad digital. Exigir nuestro derecho a la privacidad en espacios públicos y privados. Pero sobre todo, junto con especialistas en derechos digitales, debemos incidir para que existan regulaciones efectivas que limiten la compra y uso de tecnologías de vigilancia en todos los ámbitos de gobierno. De lo contrario, los abusos contra la ciudadanía seguirán beneficiando únicamente a empresas de tecnología, a gobiernos autoritarios y a perversos grupos de poder.

4. ¿Polarización y violencia como el status quo de la convivencia digital?

La violencia y la desinformación prevalecen en espacios públicos digitales. Nuestras sociedades expresan en el ámbito digital lo peor de nuestra cultura haciendo del sexismo, el racismo, la discriminación y la desinformación características de la interacción pública digital. Los algoritmos de las plataformas, siguen en la opacidad fomentando el click sobre todos los contenidos y las consecuencias del mismo.

Desde comunidades especializadas existen análisis de los impactos de diversos discursos y violencias en la sociedad, canales de incidencia sobre las plataformas tecnológicas y ejercicios permanentes de fact-checking. No obstante, como sociedad estamos ante la desoladora encrucijada de seguir interactuando con públicos para lograr su click y reforzar ideologías u optar por fomentar espacios de diálogo respetuosos, informados y educativos. Claramente la política, las marcas y muchos medios han optado por lo primero en lugar de fomentar la reflexión, la conversación y la construcción social.

Desde la sociedad civil no debemos caer en la ingenuidad de desconocer cómo funcionan las plataformas y los embates de los espacios digitales. Excluir y aislar a nuestras comunidades a burbujas sólo reforzará la polarización existente. Es momento de, además analizar y juzgar las interacciones sociales, experimentar dinámicas de diálogo, sensibilización, interacción y formación que logren alcanzar a personas que no son opositoras a nuestra causa, simplemente son ajenas a ella.

 

 

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5. ¿Soluciones, espejismos o trampas en las tecnologías “emergentes”?

Ya sea por los proyectos de los multimillonarios de la tecnología, por las espectaculares notas sobre futuros tecnológicos o por el rebranding de Facebook, es fácil pensar que todas estas tecnologías emergentes van a transformarlo todo. Ahora y siempre, es bueno tomar cautela antes de asegurar que una tecnología cambiará mercados o solucionará los problemas del mundo.

En los últimos 15 años, el Internet ha cambiado mucho. El desarrollo tecnológico ha permitido que haya sensores por doquier, que se puedan procesar volúmenes de datos gigantes en tiempo real habilitando soluciones de inteligencia artificial, articular redes descentralizadas de registros de información y representaciones digitales cada vez gráficamente más reales e inmersivas. Y así como se han visto proyectos científicos deslumbrantes, no dejan de propagarse espejismos que sólo engañan a inversionistas y consumidores en un mercado que busca ofrecer siempre algo cada vez más llamativo (más no necesariamente relevante) y basado en chupar datos de las personas como fuente de lucro.

Lo que sí debemos analizar y cuestionar de las tecnologías emergentes es si están disponibles para la mayoría de las personas, si van a reforzar los monopolios tecnológicos ya existentes, si atienden las amenazas sobre la privacidad evidenciadas por los servicios y si en realidad le resuelven un problema a alguna persona.

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