jmcasanueva:

El hacking-cívico tiene ya casi 5 años de haber sido acuñado. Las distintas comunidades que nos hemos involucrado en esta filosofía, movimiento y cultura que busca integrar y aprovechar las capacidades de las y los desarrolladores de tecnología digital para habilitar y reforzar soluciones para problemáticas sociales, hemos experimentado y aprendido mucho. Mayo de 2014 tuvo dos eventos de intensa reflexión, iniciando con PoplusCon en Chile y culminando el mes con las sesiones de estrategia y hacking de CodeCamp articulado por ICFJ en el norte de Italia. Y aunque la reflexión no se detiene, es importante tener claro qué lecciones ya se han aprendido (y por ende, hay que evitar malas prácticas y fomentar las adecuadas) y en dónde debemos seguir trabajando como comunidad.

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Aquí resumimos algunas de las reflexiones más inspiradoras que en SocialTIC hemos tenido en estos eventos:

¿Qué sabemos que funciona?

  • Enfoques multidisciplinarios: El impacto social no se da únicamente a través de los insumos que den los especialistas tecnológicos. El diseño de productos y soluciones debe de contemplar a los usuarios finales desde su concepción misma para que realmente satisfaga una demanda específica de los usuarios. Y en el proceso de diseño y testing, es fundamental que se consideren los insumos de especialistas temáticos, usuarios meta, especialistas técnicos y diseñadores con experiencia en interfaces de usabilidad.
  • Emprender proyectos, no productos: Para evitar que un buen producto o solución tecnológica tenga el impacto deseado, se deben contemplar acciones que no están asociadas con el desarrollo del producto. Así como es clave para el diseño de un producto que haya la mayor interacción con grupos involucrados con el potencial uso del producto, también se debe de planear y asignar recursos para las acciones de difusión, posicionamiento y entrada al mercado para fomentar que el producto o servicio sea utilizado por los actores de cambio para los que fue diseñado.
  • Diseñar eventos con base en las expectativas: De tantos desplantes de amor y odio desprendido de los eventos tipo-hackathon, es claro hoy en día que dependiendo del propósito (expectativa) del evento se debe de establecer el formato del mismo. Por ejemplo, si se busca analizar datos, se pueden realizar expediciones de datos; si se quiere generar aplicaciones con un propósito dado, se pueden hacer hackathons basados en retos fijos; si se quiere que lxs participantes aprendan, se pueden incluir talleres previos a sesiones de trabajo; si se busca generar soluciones a problemáticas, se pueden realizar ideatones o talleres siguiendo metodologías de design thinking. Y así como es clave seleccionar el tipo de actividades de un evento, también es fundamental convocar a los perfiles de participantes necesarios para cumplir los propósitos de los eventos.
  • Cultivar comunidades: Se dice que lo mejor de los eventos de hacking cívico es lo que sucede después del evento. Entre más vinculadas están las comunidades técnicas, cívicas, académicas y de diseño, es mucho más probable que existan colaboraciones para desarrollar nuevos proyectos e iniciar procesos de innovación. También, las comunidades en constante comunicación suelen naturalmente compartir experiencias e influenciarse entre sí mejorando sus procesos y productos.

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¿Qué sabemos que NO funciona?

  • Ver la herramienta como el proyecto: El impacto social generalmente se llega a lograr cuando existe una serie de actores y factores que permiten que exista un cambio deseado en la sociedad. Muchas veces se piensa que con tener un portal, aplicación o cualquier otra plataforma tecnológica, se logrará tener impacto social. Recordemos que el hacking cívico habilita la creación de herramientas, y como tales, servirán cuando refuercen, eficienticen o dinamicen las acciones que los actores de cambio tienen.
  • Enfoques unilaterales: Los esfuerzos aislados (muchas veces desde grupos tecnológicos) se truncan por la falta de uso que se da a sus productos y servicios. Si estos productos o servicios fueron creados sin involucrar a usuarios meta, es común que se desarrollen aplicaciones que realmente no se demandan, que existan barreras de adopción tecnológica por parte de los usuarios o que carezcan de los atributos que realmente se requieren para habilitar las acciones de los actores de cambio.
  • Desarrollo de Frankensteins: Es muy común que se destinen muchos recursos y esfuerzos para desarrollar los productos tecnológicos ideales para resolver una gran cantidad de necesidades. Estos productos muchas veces se diseñan a partir de insumos provenientes de los mismos grupos de desarrollo o sus “clientes” (quienes pueden ser usuarios finales, organizaciones intermediarias o patrocinadores del proyecto) que, desde una perspectiva teórica, se empeñan en que la herramienta lo pueda resolver todo. El desenlace suele ser el desarrollo de herramientas altamente complejas, comúnmente sub-utilizadas por los usuarios finales y altos niveles de descontento entre desarrolladores y clientes después de muchos meses de peleas, malentendidos y agotamiento derivado de incontables sesiones de trabajo y cambios.

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¿Qué debemos seguir conversando, articulando y mejorando?

  • Cómo NO re-inventar el app: Evento tras evento y proyecto tras proyecto se está viendo que hay productos y servicios muy similares siendo desarrollados en todo el mundo. Antes de pensar en hacer un desarrollo hay que cuestionarnos si en realidad hay demanda para ese producto o servicio. Muchas veces ya existe, y otras más, en algún lugar del mundo se ha desarrollado algo similar que si se adapta y mejora podrá servir para reforzar las acciones de los agentes de cambio a los que queremos habilitar.
  • Reutilicemos código: Hay ya soluciones estándar y adecuables para muchos de los retos del hacking cívico cotidiano (por ejemplo: seguimiento legislativo, rutas de ciclismo, mapeo de denuncias ciudadanas, sistemas de reportes médicos, etc.) en las que nos podemos basar e inclusive mejorar. Entre más vinculadas estén las comunidades de hackers cívicos internacionalmente, será más fácil compartir código, establecer estándares y resolver complejidades. Antes de hackear, démosle un vistazo a proyectos pasados (en HackDash, Codeando México, Code for South Africa o Civic Exchange, etc.) y participemos en comunidades de código colaborativo como Poplus.
  • Colaboremos horizontalmente: Sabemos que los contextos latinoamericanos llegan a ser muy distintos en cuanto a adopción tecnológica, disponibilidad de datos abiertos, involucramiento de las comunidades y necesidades cívicas. No obstante, el hacking cívico es internacional y podremos tener mucho más en común, de qué aprender y a quién inspirar si nos acercamos a países lejanos en distancia pero cercanos en problemáticas. Aquí inspiraciones de comunidades de Sudáfrica y Taiwán.

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