jmcasanueva:

La discusión en relación al proyecto ciudadano Internet para Todos ha vuelto a desempolvar algo que se discutió hace 3 años durante el movimiento #internetparatodos cuando se expresaba que Internet era un servicio de élite asociado a la diversión y entretenimiento. Esto es, ¿porqué debe haber Internet para todos?. Para quienes estamos abogando por ello, parece irrisoria la pregunta y mucho más sorprendente que muchas áreas de la sociedad no compartan la misma relevancia del tema.

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Aquí respondo la pregunta agrupando mis principales argumentos en cuestión de:

DERECHOS

Ver Internet como un derecho se basa en el hecho de que esta infraestructura tecnológica es uno de los mecanismos más poderosos para que cualquier ciudadano ejerza sus derechos fundamentales para expresarse, acceder a información y mantener comunicación con otras personas. El  Relator Especial para la promoción y protección de los derechos para la libertad de opinión y expresión, Frank La Rue, recalca la obligación de los Estados para asegurar el ejercicio del derecho de la libertad de expresión a través de Internet y el impulso por parte de los gobiernos para que Internet esté disponible, accesible y costeable por la ciudadanía, especialmente por los grupos más marginados de la población. Cada país ha interpretado esta recomendación de manera distinta y existen muchos esfuerzos, como es el caso de Internet para Todos, para seguir los pasos de Finlandia y Francia e incluir el uso de Internet en la carta magna de los Estados como parte de los derechos de toda la ciudadanía.

SOCIEDAD

El uso de Internet ha generado que las personas no sólo nos expresemos y accedamos a información, sino que también convivimos social, económica, cultural y políticamente. Internet es el espacio en donde existe un nuevo contexto social, y como tal, el contar con grupos de la sociedad sin acceso él equivale a un apartheid digital. La brecha digital implica que millones de personas no tienen acceso, por su condición socioeconómica, a espacios cívicos y servicios básicos ciudadanos. Y estos servicios y espacios van desde los más naturales como el poder ingresar a Facebook para poder estar en contacto con amigos hasta aquellos que son habilitados por el Estado mismo, tales como acceder a la información actual o pagar impuestos.

Además, está demostrado que Internet, viéndolo como un espacio cívico, habilita a que la sociedad sea dinámica, participativa, expresiva y cohesionada. Es esperanzador ver que cuando los espacios públicos cuentan con Internet abierto, se ve a la juventud salir a la plaza para hacer tarea, hablar entre varias personas con sus familiares lejanos y convivir tanto física como virtualmente. Para muestra, sólo basta conocer el proyecto HiperBarrio en Colombia o ir a los kioskos de Jalpan de Serra en Querétaro o Salina Cruz, Oaxaca.

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ECONÓMICO

Entre más expuesta esté la ciudadanía a Internet, existen más posibilidades que podamos participar de manera relevante en la Sociedad del Conocimiento y en materia económica podamos basar nuestras fortalezas en las capacidades humanas en lugar de aquello que caracterizó el dinamismo económico de los siglos pasados: la industria y los recursos naturales. En México hay mucho talento y capacidad humana. El aprovechar Internet como habilitador de este talento no sólo habla de la posibilidad de formar a nuevas generaciones dedicadas a la innovación tecnológica sino de que los empresarios y emprendedores del país cuenten con mayores oportunidades y capacidades comerciales para competir en contexto internacional.

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Existe un debate adicional en relación al proyecto “Internet para Todos” que muchas veces abruma la relevancia del concepto mismo: el costo y su gratuidad. Creo que falta rigor en el análisis en relación al costo que le generaría al Estado habilitar aquello que indica la iniciativa ciudadana. Ese debate debe contener más detalle econométrico y menos posturas ideológicas en relación a las ventajas y desventajas de los subsidios. Para fines prácticos, al platicar en la calle mientras recabábamos firmas para el proyecto, mucha gente opinó lo siguiente: ojalá fuera grátis, y de menos que no sea tan caro como el teléfono.