En SocialTIC trabajamos con personas, grupos y organizaciones que buscan promover causas sociales, así como tecnologías libres y seguras. Cada inicio de año, tomamos un respiro para reflexionar sobre lo que pasó, mirar a nuestro alrededor e identificar qué considerar en próximas acciones de activismo, tecnología cívica, seguridad digital y uso de datos. Este 2020 no es la excepción, estos son los principales retos-cívico tecnológicos para este año.

1. Romper las narrativas del “a favor o en contra”

La polarización política e ideológica en la que vivimos ha reducido las conversaciones al límite binario (bueno vs malo, a favor o en contra, todo o nada, conservador vs liberal, etc.) eliminando los espacios de diálogo, el mutuo aprendizaje y la construcción de soluciones a problemas sociales. Estas narrativas radicales y contenido extremo son aprovechados por líderes de opinión en el poder y también en oposición, pues en lugar de crear espacios de diálogo y propuestas sustentadas y propositivas, dedican sus esfuerzos al ataque, la simplificación de “argumentos” y el acarreo de simpatizantes. En estas dinámicas, gana quien juega mejor el juego de las percepciones.

Lamentablemente desde el activismo, periodismo y centros de pensamiento hemos caído en este juego de vivir divididos; al mismo tiempo que presenciamos los bombardeos de noticias emergentes nacionales e internacionales. Noticias que muchas veces son recortes de lo más llamativo, atractivo o lo más “clickeado”.

Ante esto, buena parte de nuestro día se va en rebatir a opositores, apoyar a nuestros aliados o, en el caso más estratégico, influir en la percepción pública en un momento coyuntural. Si queremos pensar con otrxs y compartir propuestas y argumentos, debemos evitar jugar el juego de los trolls, construir espacios de conversación, priorizar la didáctica de nuestros argumentos sobre lo llamativo y estar dispuestos a movernos para abordar estas problemáticas desde otras perspectivas.

2. Llevar nuestras causas a lo cotidiano

Muchas causas, luchas sociales y su relevancia no trascienden al ámbito público cotidiano a menos que exista un momento coyuntural o alguna tragedia. Desde organizaciones de sociedad civil y activistas seguimos elaborando postulados, comunicados, manifiestos y reportes técnicos cacofónicos, que en el mejor de los casos son leídos entre burbujas. Además que nuestra relación con los medios sigue siendo tradicional.

A medida que las problemáticas que enfrentamos y soluciones que buscamos compartir no sean escuchadas y comprendidas de manera sencilla y clara por personas no-especializadas o que sus intereses y experiencias no son afines; será muy difícil que nuestras causas trascienden hacia la vida cotidiana.

Y sabemos que estos retos son extremadamente complejos, pero también sabemos que seguimos sin comunicarnos con las personas (más si las vemos como “indiferentes”), probar mensajes antes de lanzar campañas y evaluar si realmente estamos teniendo un impacto social para así experimentar nuevas acciones de involucramiento y romper el ciclo de acciones que no funcionan. Debemos tomar la calle, conspirar con artistas, aliarnos con los medios, hacer alianzas más allá del “RT amigo” y sobre todo, escuchar más de cerca a los demás.

3. Defender nuestros datos biométricos

En 2019, la vigilancia del “Big Brother” fue evidente en América Latina. Ciudades y elementos de seguridad pública utilizan tecnologías de reconocimiento facial para identificar a potenciales criminales tanto en la vida cotidiana como en momentos de convulsión y protesta. Al uso de las tecnologías de reconocimiento facial se suma la creciente colección de datos personales biométricos (ej. huellas dactilares o imágenes retinales) que implementan instituciones públicas y privadas para poder ingresar a sus instituciones, realizar transacciones, obtener beneficios o recibir apoyos sociales.

El gran impacto ante la vida diaria y los derechos de las personas (principalmente la privacidad y la libertad de expresión), radica en los sesgos, distorsiones y el margen de error que conlleva su uso, así como la falta de controles en el uso de los datos biométricos y su resguardo seguro. El poder disponer y administrar en todo momento lo que nos identifica, vislumbra una lógica de control social y se presta para injusticias y el abuso de la vigilancia. Y para quienes aún ven esto como lejano o de ficción, por favor lean “Tu yo digital” de ADC y “Mal de ojo: Reconocimiento facial en América Latina” de ONG Derechos Digitales.

La defensa de nuestros datos biométricos debe de ser más ágil y fuerte. Cada batalla perdida abona a que instituciones públicas y empresas normalicen el acceso a estos datos y analicen millones de las características más personales existentes sin marcos normativos, rendición de cuentas y protección adecuada.

Necesitamos evidenciar la importancia de que se resguarden y utilicen nuestros datos con responsabilidad (por más que puedan servir para fines transaccionales o de seguridad) y fomentar que gobiernos, empresas y líderes de opinión establezcan espacios de diálogo, auditoría y construcción de políticas para evitar a toda costa potenciales abusos irreparables.

4. Cultura de la protección de datos personales

La protección de los datos personales debe traspasar el ámbito normativo hacia lo social, tanto en consumidores como en proveedores de servicios que recolectan datos personales. Si bien, contar con normativas estrictas y actualizadas al contexto digital es esencial para implementar acciones de protección y sanción a los abusos, la mayor protección se dará cuando como usuarios de servicios digitales consideremos qué empresas y gobiernos minimizan la colección de datos y los protegen de manera responsable. Esto no se logrará hasta que grupos defensores de la privacidad y consumidores sensibilicen directamente a las y los usuarios finales para que incorporen la privacidad como criterio y denuncien el abuso en el tratamiento de sus datos personales.

Igualmente, desde grupos de tecnología debemos generar mayor conciencia en el riesgo de la colección indiscriminada de datos personales como ética de negocio. Debatamos cómo mantener segura la información que resguardamos y compartimos entre dispositivos cada vez más conectados y desmitifiquemos las visiones extractivistas de datos personales como principal estrategia para generar valor económico.

5. #NoBSDS especialmente para fines sociales

Retomamos el llamado “No Bullshit Data Science (NBSDS)” difundido por The Data Pub para hacer explícito que a medida que comunidades e iniciativas de ciencia de datos para fines sociales (o cualquiera de sus sinónimos de moda) crecen, cobra especial importancia evitar el “Data Science Show”, así como prestar atención a proyectos con posibles consecuencias sociales erróneas o de impacto negativo.

Es fácil sucumbir a la tentación de proyectos llamativos de “machine learning”, “big data” o “inteligencia artificial”. Pero es complejo (y leeeento) conseguir datos de calidad y cantidad así como desarrollar modelos confiables con sustento matemático robusto para llegar a conclusiones relacionadas a problemas complejos.

Antes de hablar de “inteligencia artificial” debemos tener total certeza que los datos que utilizamos son representativos y de calidad, que los análisis que se realizan realmente responden a preguntas específicas, las premisas detrás de escenarios, proyecciones y representaciones de contextos sociales tienen validez estadística y realista (ej. fueron validadas en campo) y los algoritmos pueden ser auditables por terceros.

Así, necesitamos encender la alerta con los cursos express, el software con algoritmos pre-cargados y “expertos” que ofrecen proyectos de corto plazo. Acerquémonos con comunidades de especialistas para experimentar y aprender en conjunto antes de afirmar que la “inteligencia artificial resolverá nuestros problemas”.